En el último medio siglo, la inmigración internacional ha crecido por encima del 3% principalmente en regiones como Europa Occidental, América del Norte y algunas partes del Golfo Pérsico (por ejemplo, en países como Emiratos Árabes Unidos y Qatar), sin
embargo, a nivel global, el porcentaje de migrantes internacionales se ha mantenido constante un 3%.
En un mundo cada vez más interconectado, los flujos migratorios han adquirido una dimensión creciente en aquellos lugares donde ha aumentado, planteando importantes desafíos para las sociedades receptoras. Estos desafíos trascienden los meros aspectos económicos y legales, adentrándose en complejas dinámicas sociales y culturales. Si bien es cierto que la llegada de migrantes puede aportar una riqueza de diversidad cultural que tiene el potencial de enriquecer las comunidades (abriendo puertas al intercambio y al
aprendizaje mutuo, es decir, a la interculturalidad), a veces sucede que esta diversidad también puede ser epicentro de tensiones y prejuicios.
Estos prejuicios contra los migrantes se manifiestan en diversas formas, desde la percepción de un incremento en la criminalidad hasta acusaciones de aprovechamiento indebido de las ayudas sociales, pasando por la supuesta falta de voluntad para trabajar, la asociación con delitos de violencia de género, el miedo al colapso de los sistemas de salud, y la preocupación por el extremismo y terrorismo, particularmente asociado a individuos de origen musulmán. Estas percepciones dificultan la integración de los
migrantes y erosionan la cohesión social en las comunidades de acogida.
Aunque a menudo se señala la falta de comprensión cultural y de apreciación de la diversidad como la razón de estos prejuicios, la realidad es más compleja. Factores como experiencias personales negativas, la influencia de medios de comunicación que
presentan visiones sesgadas de la migración, discursos políticos que capitalizan el miedo y la incertidumbre, y la percepción de competencia por recursos escasos, como empleo y acceso a servicios públicos, contribuyen a alimentar y perpetuar estos prejuicios.
En este contexto, la mezcla entre la falta de comprensión cultural y factores como la crisis económica y la inseguridad laboral puede intensificar la percepción de competencia entre migrantes y población local por empleos y recursos. Por otro lado, incidentes aislados de criminalidad o actos de extremismo pueden extrapolarse a toda la comunidad migrante, reforzando estereotipos y alimentando prejuicios.
Ante esta complejidad, se plantea la siguiente moción de debate: "Los prejuicios contra los migrantes son producto principalmente de la falta de comprensión cultural y de la diversidad".
Esta moción invita a indagar en las causas de los prejuicios, reconociendo la variedad de factores que los alimentan. Comprender esta multiplicidad ayuda a desarrollar estrategias que promuevan tanto la integración de los migrantes como la cohesión social.